Sé la cuenta de los papas que en mi vida he tenido, hasta Pío XII me tocó por unos meses. También he tenido presente que tenía en mi biografía dos jefes de Estado, y desde hoy tengo que añadir un tercero, con el relevante dato y que demuestra mi veteranía de que el nuevo rey ya es generacionalmente posterior a mí. He estado en una zona de nadie con respecto a su padre y con respecto a Felipe VI, ya que estoy 20 años por detras del rey saliente y 10 por delante del nuevo.Es decir no soy de la generación de ninguno.Pero estoy muy dichoso de haber nacido en la década de 1950, y creo que los que nacimos en España en esa década hemos tenido muchas más oportunidades que la generación de mi hijo, y en mayor medida los nacidos más cerca de 1950 que de 1960.Siempre estuve satisfecho de que cuando ingresé en lo mío, los jefes máximos hubiesen ingresado antes de la Guerra Civil.
B.O.E.
JUAN CARLOS I
REY DE ESPAÑA
A todos los que la presente vieren y entendieren,
Sabed: Que las Cortes Generales han aprobado y Yo vengo en sancionar la siguiente ley orgánica.
PREÁMBULO
El 2 de junio de 2014, Su Majestad el Rey Don Juan Carlos I comunicó al Sr. Presidente del Gobierno su voluntad de abdicar mediante entrega de un escrito, firmado en su presencia, con el siguiente tenor literal:
«En mi proclamación como Rey, hace ya cerca de cuatro décadas, asumí el firme compromiso de servir a los intereses generales de España, con el afán de que llegaran a ser los ciudadanos los protagonistas de su propio destino y nuestra Nación una democracia moderna, plenamente integrada en Europa.
Me propuse encabezar entonces la ilusionante tarea nacional que permitió a los ciudadanos elegir a sus legítimos representantes y llevar a cabo esa gran y positiva transformación de España que tanto necesitábamos.
Hoy, cuando vuelvo atrás la mirada, no puedo sino sentir orgullo y gratitud hacia el pueblo español.
Orgullo, por lo mucho y bueno que entre todos hemos conseguido en estos años.
Y gratitud, por el apoyo que me han dado los españoles para hacer de mi reinado, iniciado en plena juventud y en momentos de grandes incertidumbres y dificultades, un largo periodo de paz, libertad, estabilidad y progreso.
Fiel al anhelo político de mi padre, el Conde de Barcelona, de quien heredé el legado histórico de la monarquía española, he querido ser Rey de todos los españoles. Me he sentido identificado y comprometido con sus aspiraciones, he gozado con sus éxitos y he sufrido cuando el dolor o la frustración les han embargado.
La larga y profunda crisis económica que padecemos ha dejado serias cicatrices en el tejido social pero también nos está señalando un camino de futuro de grandes esperanzas.
Estos difíciles años nos han permitido hacer un balance autocrítico de nuestros errores y de nuestras limitaciones como sociedad.
Y, como contrapeso, también han reavivado la conciencia orgullosa de lo que hemos sabido y sabemos hacer y de lo que hemos sido y somos: una gran nación.
Todo ello ha despertado en nosotros un impulso de renovación, de superación, de corregir errores y abrir camino a un futuro decididamente mejor.
En la forja de ese futuro, una nueva generación reclama con justa causa el papel protagonista, el mismo que correspondió en una coyuntura crucial de nuestra historia a la generación a la que yo pertenezco.
Hoy merece pasar a la primera línea una generación más joven, con nuevas energías, decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando y a afrontar con renovada intensidad y dedicación los desafíos del mañana.
Mi única ambición ha sido y seguirá siendo siempre contribuir a lograr el bienestar y el progreso en libertad de todos los españoles.
Quiero lo mejor para España, a la que he dedicado mi vida entera y a cuyo servicio he puesto todas mis capacidades, mi ilusión y mi trabajo.
Mi hijo, Felipe, heredero de la Corona, encarna la estabilidad, que es seña de identidad de la institución monárquica.
Cuando el pasado enero cumplí setenta y seis años consideré llegado el momento de preparar en unos meses el relevo para dejar paso a quien se encuentra en inmejorables condiciones de asegurar esa estabilidad.
El Príncipe de Asturias tiene la madurez, la preparación y el sentido de la responsabilidad necesarios para asumir con plenas garantías la Jefatura del Estado y abrir una nueva etapa de esperanza en la que se combinen la experiencia adquirida y el impulso de una nueva generación. Contará para ello, estoy seguro, con el apoyo que siempre tendrá de la Princesa Letizia.
Por todo ello, guiado por el convencimiento de prestar el mejor servicio a los españoles y una vez recuperado tanto físicamente como en mi actividad institucional, he decidido poner fin a mi reinado y abdicar la Corona de España, deponiendo en manos del Gobierno y de las Cortes Generales mi magistratura y autoridad para que provean a la efectividad de la sucesión en la Corona conforme a las previsiones constitucionales.
Deseo expresar mi gratitud al pueblo español, a todas las personas que han encarnado los poderes y las instituciones del Estado durante mi reinado y a cuantos me han ayudado con generosidad y lealtad a cumplir mis funciones.
Y mi gratitud a la Reina, cuya colaboración y generoso apoyo no me han faltado nunca.
Guardo y guardaré siempre a España en lo más hondo de mi corazón.»
Su Majestad el Rey lo puso en conocimiento de los Presidentes del Congreso de los Diputados y del Senado y el Presidente del Gobierno dio traslado del escrito al Consejo de Ministros.
El artículo 57.5 de la Constitución Española dispone que «las abdicaciones y renuncias y cualquier duda de hecho o de derecho que ocurra en el orden de sucesión a la Corona se resolverán por una ley orgánica». Este precepto sigue los precedentes históricos del constitucionalismo español, que en los textos fundamentales de 1845, 1869 y 1876 y, con variaciones, en otros precedentes, ya reservaban al poder legislativo la solución de las cuestiones a que diera lugar la sucesión así como la autorización de la abdicación, incluso mediante una ley especial para cada caso. Si bien la Constitución en vigor no utiliza este último término, los citados antecedentes y el mandato del artículo 57 de que el acto regio sea resuelto por una ley orgánica hacen que sea éste el instrumento legal idóneo para regular la efectividad de la decisión.
La entrada en vigor de la presente ley orgánica determinará, en consecuencia, que la abdicación despliegue sus efectos y que se produzca la sucesión en la Corona de España de forma automática, siguiendo el orden previsto en la Constitución.
Artículo único. Abdicación de Su Majestad el Rey Don Juan Carlos I de Borbón.
1. Su Majestad el Rey Don Juan Carlos I de Borbón abdica la Corona de España.
2. La abdicación será efectiva en el momento de entrada en vigor de la presente ley orgánica.
Disposición final única. Entrada en vigor.
La presente ley orgánica entrará en vigor en el momento de su publicación en el «Boletín Oficial del Estado».
Por tanto,
Mando a todos los españoles, particulares y autoridades, que guarden y hagan guardar esta ley orgánica.
Madrid, 18 de junio de 2014.
JUAN CARLOS R.
El Presidente del Gobierno,
MARIANO RAJOY BREY
Es díficil plantearse duda alguna respecto a la legalidad de la Monarquía para quien forma parte de las filas del Ejército, y sin necesidad de ser monárquico uno en el juramento a la Bandera lo presta también al rey, luego cualquier actitud en contra supone una vulneración de dicho juramento. Otra cosa es sentimentalmente sentir el régimen monárquico como cosa propia- Pero má allá de este sentimentalismo que provoca haber vivido 39 años mientras reinaban los mismos reyes, no tengo ningún motivo de afección, es más tengo alguno para tener muy quebranrada mi lealtad y afecto, lo cual no es incompatible con el decoro y la legalidad de mi comportamiento.
Dos cosas he hecho hoy nada más llegar al despacho, leer e imprimir el BOE y descolgar el retrato del rey saliente, y cual ha sido mi sorpresa al encontrar debajo la lámina del retrato de Franco , con la cual no se sabría que hacer y quedó en el mejor sitio posible para np perderse o desecharse. Sea como fuere me quedaré ambas y pondré como es obligado al nuevo rey
FELIPE VI.
EL NUEVO JURAMENTO SIN DIOS
20 de junio
Como me temia el Juramento del nuevo rey sería un híbrido descafeinado para no ofender a nadie. Una mezcla desacralizada medio pagana medio religiosoa.Ni prometió el cargo ni juró por Dios. Para ello urdieron un escenario sin el atrezzo de la mesa auxiliar que contuviese la Cruz o Biblia y la Constitución y convirtieron al Presidente del Congreso en un atril.
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LETICIA REINA O REINA CONSORTE 21 DE JUNIO.-
El feminismo parece que ha desterrado el calificativo de reina consorte y a Leticia simplemente se la reconoce como reina,sin apearla en un ápice su máximo rango, con la satisfacción solidaria entre mujeres de ser el triunfo de la mujer moderna, exitosa en cualquier área, incluida en la jefatura del Estado por boda principesca.
El futuro Rey de España, probablemente es un niño o mocito ue acaba de terminar el curso escolar y emprende sus vacaciones de verano ajeno a lo que le depara el destino. Y a este comentario de futurible una amiga me responde : ¿querrás decir rey consorte?
Ah, no!!, le digo yo. A Leticia las mujeres la calificáis las mujeres ,simplemente de Reina, no de reina consorte, luego no queráis cuando la que la reina que hereda es ella que su pareja varón sea solo consorte y un apéndice de la heredera dinástica..
El marido de la Princesa Leonor será tan Rey de España como reina es su suegra.